miércoles, 9 de junio de 2010

Comisión Europea - Biodiversidad

Biodiversidad

Un principio general de la agricultura ecológica es que cada organismo vivo debe ser tomado en consideración: desde el más pequeño microorganismo viviente en el suelo hasta el árbol más imponente que se alce sobre él. Todo ello sin olvidar a los seres humanos. Por esta razón, cada eslabón de la cadena de suministro de los productos ecológicos se orienta a mantener, y, si es posible, incrementar, la diversidad vegetal y animal. Las prácticas que contribuyan a aumentar la biodiversidad vuelven a ser resultado tanto de una buena práctica agrícola como de la aplicación del Reglamento de la UE sobre agricultura ecológica.

Vuelta a la naturaleza

Cuando el término biodiversidad se utiliza en la agricultura ecológica, no sólo significa que se cultivan más plantas y se crían más animales, sino que, además, sus variedades autóctonas crecen de modo natural. La agricultura ecológica pone especial énfasis en la conservación de especies vegetales y animales en peligro de extinción.

Beneficios

Muchas de las prácticas que incrementan la productividad en la agricultura ecológica influyen en el entorno incrementando la vida vegetal y animal o manteniendo la biodiversidad natural. Por ejemplo:

El uso de estiércol incrementa la concentración de microorganismos, lombrices de tierra, arañas y escarabajos en el suelo.

La rotación de cultivos y el uso de variedades vegetales adecuadas hace posible que éstas compitan con las malas hierbas y resistan plagas y enfermedades, con lo que las variedades óptimas prosperan y las no deseadas desaparecen

La frecuente rotación de cultivos redunda en el crecimiento de una mayor variedad de cultivos primarios, leguminosas y forrajes

La prioridad en el cultivo de plantas y animales autóctonos mantiene la biodiversidad natural de las diferentes áreas

Introducir enemigos naturales de malas hierbas y plagas, en lugar de usar pesticidas, ayuda a incrementar la vida animal

Más prácticas

Los agricultores ecológicos también adoptan otras prácticas que, aunque no estén incluidas en el Reglamento, ayudan sin embargo a mantener el equilibrio natural y la biodiversidad en los alrededores de las granjas ecológicas y dentro de ellas. Entre ellas destaca:

La plantación de setos y árboles

La conservación de antiguos prados

La preservación de vías fluviales naturales

La protección de árboles y vegetación autóctona

La restricción en el uso de fertilizantes, herbicidas, pesticidas y otros aditivos sintéticos evita, además, las filtraciones potenciales en vías fluviales y los efectos negativos de la contaminación en la vida acuática. Con ello también se pone freno a la amenaza de la bioacumulación, que se produce cuando los depredadores de niveles altos en la escala trófica (como las aves rapaces) mueren por el consumo de dosis tóxicas que se han ido acumulando a lo largo de los distintos eslabones de la cadena alimenticia.

Ganado

Las prácticas destinadas a mejorar el bienestar de los animales, como el pastoreo en campo abierto de aves de corral, cerdos, vacas y otros animales, es otra de las formas de promover la biodiversidad natural

Libres de OMG

Además de todo lo dicho anteriormente, la agricultura ecológica prohíbe el uso de organismos modificados genéticamente (OMG) en la producción vegetal y animal. Esto ayuda a preservar las poblaciones de especies autóctonas, a la vez que se promueve el uso de muy diversas especies de plantas y de animales en la producción agropecuaria.

Emisiones

Algunos estudios han llegado incluso a demostrar que la agricultura ecológica produce menos emisiones de carbono y, de esta manera, pueden ayudar a mitigar el cambio climático. Factores que posiblemente pueden contribuir a ello son:

La reducción del uso energético a través del reciclaje de residuos y subproductos, en lugar de la utilización de fertilizantes sintéticos que son producidos por procesos que requieren un gran gasto energético

El mantenimiento de la vegetación autóctona y de especies vegetales en general

La retención de carbono en la materia ecológica del suelo, ya que la agricultura ecológica procura mejorar el contenido de humus del suelo.

Un estudio del Instituto de Investigación en Agricultura Ecológica (FiBL) (en) afirma que las emisiones de gases de efecto invernadero por hectárea de terreno en sistemas agrícolas ecológicos son un 32% inferiores que las que se producen en sistemas que usan fertilizantes minerales, y un 35-37% menores que las que se dan en sistemas convencionales que emplean abonos a base de estiércol. Según el estudio, esto se debe al hecho de que la agricultura ecológica devuelve, como media, un 12-15% más dióxido de carbono al suelo que los sistemas de fertilización mineral, con lo que se aumenta, además, la fertilidad en el suelo y el contenido de humus.