El látex del aloe vera es un buen laxante, y ese es casi exclusivamente el uso que se le da cuando es ingerido. No obstante, resulta un producto irritante desaconsejado en personas con problemas digestivos y tiene la desventaja de provocar dependencia: su uso continuado vuelve el intestino más perezoso.
El gel de aloe y el jugo de la planta son mucho más aconsejables. Estos no sólo no irritan el aparato digestivo sino que tratan la acidez gástrica y pueden llegar a cicatrizar úlceras no sangrantes. El gel de y el jugo de aloe vera estimulan la producción de bilis, mejorando las digestiones pesadas, es fuente de antioxidantes y constituye un buen depurativo del organismo.
Aún se desconoce el motivo por el que la ingesta de aloe vera reduce los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre de manera significativa pero sólo en uno de cada tres pacientes.
De todas formas el gel de aloe vera presenta también sus efectos secundarios. A dosis elevadas resulta tóxico, afectando principalmente al hígado. No se recomienda su uso en mujeres embarazadas o en periodo de lactancia ni en niños, y puede llegar a interferir con tratamientos para afecciones cardiacas.
El zumo de aloe vera aunque requiere precauciones suele presentar menor riesgo de efectos adversos, al ser un producto menos concentrado. La manera más frecuente de consumirlo es mezclado con zumos, en forma de bebidas refrescantes, o bien a modo de jarabe. Siempre es aconsejable, y más cuando se vaya a emplear oralmente, elegir aloe vera ecológico.
Autora del artículo: Mapachito http://potiholic.blogspot.com/
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